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Ferrari
Su primer automóvil nace en 1948. Es el «166» que, como todos los primeros, equipaba un motor de 12 cilindros diseñado por Gioacchino Colombo. Aquellos primeros Ferrari, diseñados para la competición, pero con versiones para la calle, eran muy dificiles de conducir por sus prestaciones, poco acordes con el chasis y con ballestas transversales. Hasta que, finalmente, en 1954 nace el «250 GT» con un motor de 2,3 litros y 195 caballos, con el que Ferrari inicia su andadura por la mitología. Enzo Ferrari manifestó en innumerables ocasiones que su pasión era el automovilismo de competición y que la producción en serie sólo la justificaba para obtener beneficios y seguir dedicándose a diseñar lo que a él le gustaba. Esta filosofía ha animado siempre a estos coches. Una carrocería de ensueño, debida a los mejores diseñadores italianos, como Pininfarina, Bertone o Giugiaro, y una mecánica multicilíndrica capaz de desarrollar potencias astronómicas. El confort no es el concepto primordial, ni el precio, ni su capacidad interior. Los Ferrari han sido, son y serán siempre coches de colección que recorren un número muy discreto de kilómetros anuales. Entre otras cosas, porque cada vez que se ponen en marcha hay que dedicarle previamente mucho tiempo y dinero a ponerlos a punto. En 1969, la crisis financiera por la que atravesaba la marca de Módena hace que caiga en manos de Fiat, aunque manteniendo una cierta independencia tecnológica. |